Danza flamenco. Todos los públicos. 70’ aprox.
Desde el sonido del primer grito al nacer, hasta la exhalación del último suspiro: el sonido de la muerte, toda nuestra existencia está marcada por el retumbar de vibraciones y matices acústicos. Una sucesión de voces solistas, naturales y artificiales, que cantan, silban, reclaman, pitan y se comunican cada día, sin una intención concreta ni el deseo de deleitar a un tercero. Un concierto frío y ajeno a nosotros. Una obra de arte sin artistas. Un rango de frecuencias que, interpretadas únicamente con la voz de dos cantaoras y los sonidos terrenales de la percusión más tradicional, crearán todo un universo acústico. Tan sencillo y tan complejo como la atmósfera sonora creada por la naturaleza. Pasaje. Una huella sonante.